Paró la música y me quedé sin silla.
Hoy, desde aquella muralla china con francotiradores apuntando a mi intuición femenina, me declaro un corazón insolvente.
Aquí dejo el arco con casi todas las flechas.
Renuncio también a mis privilegios por ser tu talón de Aquiles, abdico de mis funciones como amante intermitente y me voy sin romper ningún espejo, sin malgastar un sólo minuto más de mi tiempo en pedir, hasta en coreano, más peras al olmo.
Me despertaste y ahora soy un murciélago sin farola.
Todo terminaba en puntos suspensivos en una duda constante, un problema de identidad delirante que se colaba de cama en cama.
Estoy buscándome y sé que tengo que estar por aquí cerca.
Hubo un antes y un después de aquella tarde y habrá un a continuación del desastre.
El cenicero hasta arriba, mi reflejo en una tapa de yogur recién lamida, la taza que alguien me regaló cuando sus neuronas seguían activas y un teléfono al que no llamar en caso de urgencia.
Vuelvo siempre, por inercia, a pedirle a Robin que haga de Batman, a esperar que se cumplan promesas que no valen nada, como dirían Los Piratas en una canción que tomé prestada cuando lo que más me apetecia era salir a la calle armada.
Paró la música y me quedé sin silla pero donde hubo acordes siempre sonará la misma maldita melodía.
Valentina Maleza
febrero 15, 2016 at 9:14 pm
V, estoy descubriendo un@s talentaz@s…, me encanta. Tienes un vocabulario muy sonoro y pegadizo, muy guapo. Enhorabuena.
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febrero 13, 2016 at 1:30 am
Siempre me sorprendes. Tus letras son electrizantes. Enhorabuena.
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junio 12, 2016 at 11:10 am
Muchas gracias Ángela. Electrizante es un adjetivo que celebro que me acompañe a todas partes.
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febrero 12, 2016 at 3:12 pm
Siempre es un placer leerte!
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febrero 12, 2016 at 12:12 pm
¡Wow! Vuelves en plena forma. Gracias
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