No sé por donde empezar así que escribiré como si se tratara de una carta que envío al desierto lanzándola al mar.
Así de imposible parecîa hace apenas unos dias.
Me enamoré de Marruecos hace tres años, cuando lo visité por primera vez. Fué tan inexplicablemente emocionante que no queria marcharme y dejar sóla la playa que tanto me dió sin pedir nada a cambio.
Una vez de vuelta a España, no la sentía ya como mi casa y me costó volver a adaptarme a la hipocresía, el egoísmo, las prisas, los ceños fruncidos y el consumismo absurdo que aquí nos absorbe y nos somete.
Me cambió en todos los sentidos y la lección humana que allí recibí y que me hizo mejor persona, fué la misma que me llevó a elegir un camino del que de verdad pudiera sentirme orgullosa.
Volví a Marruecos con mi hermana poco después y me conmovió sobremanera ser recordada por las personas que había conocido allí, cuando descubrí el país.
El año pasado acompañé de nuevo a una amiga en una escapada algo más larga y regresé, en ésa ocasión, con una horrible sensación de estar aquí, donde no debía, de dejar atrás la opción de quedarme allí donde sentía que podía ser útil, donde mi existencia tenía un sentido, donde cada día era distinto porque, en Marruecos, las personas son personas y no autómatas que siguen siempre el mismo recorrido con los ojos cerrados. Porque en Marruecos se reza al Sol, al mar y a la vida y lo que aquí llamamos vida, no es más que una pantomima que, de tantas veces repetida hemos aceptado, la mayoría, como verdad inquebrantable.
Llegué a la conclusión, en ése momento, de que si quería algún día encaminar mis pasos hacia lo que realmente quería hacer con el tiempo que se me ha concedido aquí, sea más corto o más largo, tenía que prepararme para la aventura.
No podía cambiar el mundo pero tal vez podría formar parte de ésa minoría comprometida con los principios y los valores que tanto echaba de menos cada vez que volvía de compartir experiencias tan humanas, tan mágicas… Tan abrumadora la amabilidad y la generosidad que allí siempre te recibe.
Y esperé un poco, confié en mi suerte y una mañana… Una idea.
Fotografía de @yaaaizamor
agosto 8, 2016 at 1:56 pm
En las torres de cristal de occidente todo parece maravilloso pero es de plástico. A veces, incluso, si opinas diferente te tachan de loco. Imagino que por eso el contacto con otra cultura, menos propensa al consumismo ciego, te ha producido esa experiencia tan impactante. Me entran ganas de ir por allá.
Me gustaMe gusta
julio 31, 2016 at 11:14 pm
Hermosa propuesta!
Éxitos en este nuevo viaje y esperaré la bitácora de sus registros 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
julio 29, 2016 at 8:02 pm
¡Siempre he querido ir a Marruecos! Una vez leí un reportaje y quedé fascinada. Sube fotografías
🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
julio 29, 2016 at 7:52 pm
Que alegría que sigas a tu corazón, a por ello, la vida es una sola
Me gustaLe gusta a 1 persona
julio 29, 2016 at 5:26 pm
Te deseo un muy feliz y reparador viaje. Seguro que volverás con las pilas recargadas de energía y creatividad.
Me gustaLe gusta a 1 persona
julio 29, 2016 at 5:29 pm
Escribiré desde alli y os leere siempre k pueda.
Me gustaLe gusta a 1 persona