¿Para qué iba yo a querer salvar al mismo que planificó mi lapidación con premeditación y tan torpe alevosía? Sabiendo cuánto dolería, él se echó a reír y yo me senté a esperar a que un día saliera la verdad y, solita, limpiara mi nombre.
En otra ocasión, puede que, en vez de echarnos entre nosotras a los leones, seamos todos más humildes y menos cabrones.
No me crecerán alas en la espalda ni lo pretendía pero, de todos mis defectos, la estupidez no es uno de ellos.
Y sabía, lo sabía, que no siempre basta con ser lista, que aveces hay que dejar que el tiempo ponga en su sitio a los héroes y a los villanos, que de tanto llorar se formarían pantanos a mis pies y alguien iba a ahogarse en uno de ellos.
Basta de mentiras, de historias para no dormir, de lucir disfraces…
Deja la capa y devuelve la corona.
Mira por donde asoma mi sonrisa, renovada, renacida, recién exprimida…
Creiste que nunca saldría de donde me encerraste y ahora me oyes gritar desde balcones a los que nadie tenía que volver a asomarse.
Creías que me lapidabas y no esperabas que volviera a levantarme.
Imagen: @yaaaizamor
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