Como a un gato asomado al trampolín de una piscina olímpica,
teme mi pequeño mentiroso que alguien abra los ojos y, con sus últimas reservas neuronales,
entienda que ella y yo somos iguales.
Yo sólo tarareo verdades.
Ya le regalé las sábanas y me quedé con los recuerdos.
Ya bailo en otros tejados.
A mi ya no me tiembla el pulso, ni me duelen las costillas de tanto amar en dirección prohibida.
Hace tiempo que soldaron los huesos rotos y, hasta hace poco, tú no eras más que un secreto muy bien guardado.
Por si un dia se arrepentia y le apetecía retomar la historia donde la había dejado.
Qué sabrá de amor si, cada vez que le olvidaba, aparecia y desmontaba mis planes de vida
para asegurarse de que me tenía donde quería.
Ahora se retuerce al leer porque sabe que como me quiso a mí, nunca volverá a querer.
Te llega envuelto en celofán.
Te lo puedes quedar.
Te lo regalo.
marzo 23, 2019 at 9:44 am
bestialmente
bueno.
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agosto 13, 2016 at 4:21 pm
Tremendo.
Shock emocional.
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agosto 13, 2016 at 4:22 pm
Eso es bueno o malo?
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agosto 16, 2016 at 1:42 pm
Es precioso 😉
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